Entretenimiento efímero y sin complicaciones
Nueva York, 1994, es el lugar y tiempo donde se suscitará una cruenta batalla entre el equipo liderado por Optimus Prime y sus nuevos aliados, los Maximals, en contra del ejercito de Unicron (El devorador de planetas), al mando del letal Scourge, esto es algo de la séptima película de la franquicia de los Transformers, acompañada del título ‘El despertar de las bestias’.
Después de Bumblebee (2018), una nueva guerra se avecina, Unicron busca una llave interdimensional que poseen los Maximals y han ocultado en la Tierra. En medio de ello, los Autobots se hacen de dos aliados humanos, en primer lugar hallamos a Noah Diaz, un exmilitar latino con sapiencia en computación; por otro lado, hallamos a Elena Wallace, una arqueóloga de color con pistas interesantes, como se puede ver los protagonistas son aquellos que durante mucho tiempo fueron considerados minorías y ninguneados con papeles menores, demostrando el potencial que hay y esperemos que no en mucho tiempo no se tenga que subrayar o hacer hincapiés en razas, colores, preferencias y demás.
La travesía, y la mayoría de las escenas de acción, se desarrollan en Perú, donde además de mostrar la riqueza cultural de la entidad, hallan al resto de Maximals, y desencadena una batalla que define el destino de la tierra. Además, y en medio de lo políticamente correcto, hay chistes donde se acentúa y se burlan de chistes que pueden ser tildados de racistas.
Una buena dosis de batallas, sin llegar a ser empalagosas, persecuciones, robots y personajes carismáticos, hip hop y efectos son los aditamentos de un mecanismo aceitado que ofrece un entretenimiento desparpajado, sin complicaciones y familiar. Hay una escena adicional, donde se conecta esta historia con otra línea de cómics, juguetes y caricaturas icónica.
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