Iniciada en 1995, Toy story es una franquicia que revolucionó al cine animado y que ha crecido con más de una generación, inyectando efusividad y nostalgia, a lo largo de cuatro cintas con diferentes cortos, en la que los personajes se han metido a la epidermis del espectador. Aquellos que eran niños, a mediados de los 90’s, muchos ya son hombres o mujeres de familia que guardan en el corazón a Woody, Buzz y compañía y lo transmiten a sus herederos. Después de tres años, en donde vimos la cuarta parte de la franquicia, el universo se expande con ‘Lightyear’, spin-off que hace referencia a este personaje intergaláctico.
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En 1995, “Andy recibió de regalo un Buzz Lightyear, el cual era una figura proveniente de una película, esta es la cinta”, refiere el preludio que nos da introducción al universo de Buzz. Él es un Guardián espacial, a lado de su inseparable amiga, Alisha, en medio de una misión algo no sale como se esperaba y los obliga a vivir en un planeta que sienten ajeno, y con un ambiente no tan apto para vivir en armonía. Buzz se siente responsable y se embarca en una misión, para resarcir el daño, la cual consume gran parte de su vida.
En medio del tiempo, el cual es implacable y hay que aprovechar, y de una misión que no ha salido como a él le gustaría, Buzz, acompañado de un gato robot, de nombre Sox, debe de hacerse ayudar por un grupo de personas, a las que no le tiene mucha fe, para salvar el planeta de las garras de Zurg.
En líneas generales ese es el plot de esta cinta animada, que en cuanto a factura no adolece de nada, al igual que la música. Sin embargo, la historia no se siente dirigida para los niños, hay algunos giros en la historia que se tornan confusos y parecen enfocados a aquellos que eran niños en la década de los 90 y que ahora podrían entender. Asimismo, aunque hay aciertos como incluir a una pareja homosexual, lo cual ha causado un escozor ridículo en catorce países donde el filme ha sido prohibido por esta causa y que llega precisamente en el mes del orgullo, esta inclusión habla bien de la casa del ratón, que muchas veces ha sido tachada de extremadamente conservadora, y que incluso en toy story 4 se rumoró que había una pareja de lesbianas en la cinta, pero de manera no tan clara.
Otro de los aciertos es Sox, quien se apodera de los momentos más dinámicos y chispeantes de la cinta, así como el equipo de Guardianes de Buzz, hay inclusión de un personaje de la tercer edad, lo cual demuestra que llegar a la misma no es sinónimo de inutilidad. Pero, a pesar de todos estos aspectos loables y a pesar de tocar temas como la amistad, la confianza en uno mismo y recuperar la misma, si es que algo sale mal, la cinta adolece de emotividad, los reliefs cómicos se sienten escuetos y la nostalgia, que se ha acumulado a lo largo de los años, no consigue explotar del todo.
Vista de manera individual, puede ser una película entretenida, sin mucho punch, pero vista en el universo de Toy story, se percibe como una cinta que no aporta mucho al universo. Disney Pixar, de nueva cuenta, va al infinito pero no llega al más allá.
