Después de ‘El agente de C.I.P.O.L’ (2015), Guy Ritchie está de vuelta en el mundo de los espías con una cinta llena de acción
Después de ‘El agente de C.I.P.O.L’ (2015), Guy Ritchie está de vuelta en el mundo de los espías con una cinta llena de acción, comedia y suspenso con Agente Fortune: El gran engaño.
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Una historia sencilla, lineal, sin subtramas innecesarias, ni claves que se hacen complicadas para descifrar, eso es lo que Ritchie ofrece con esta cinta, en la que vuelve a colaborar con Jason Statham, el actor se mete en la piel del agente Orson Fortune, quien en compañía de un equipo de élite son contratados por el gobierno británico, la razón es que hay un artefacto que pone en jaque la estabilidad del mundo y muchos lo quieren, por ello deben de armar una estrategia, la cual consiste en hacerse ayudar por una de las estrellas más importantes del Hollywood, Danny Francesco, quien no entiende mucho, pero se ve obligado a colaborar. La persona clave para que todo colisione o se resuelva es Greg Simmonds, un multimillonario que funge como ferviente fan de Francesco.
Jason Statham, como se ha visto en cintas previas, funciona bien en el género de acción y sigue demostrando sus coreografías y habilidad para este tipo de cintas; Josh Hartnett en la piel de Francesco sostiene la premisa y el sentido del humor, pero quien vuelve a lucir como villano, así como lo hizo en Paddington 2, es Hugh Grant, quien alejado de los papeles de galán de comedia romántica, ahora se desenvuelve con soltura y encanto en el género, funciona bien bajo las órdenes del cineasta como se ha visto en The gentleman o Los agentes de C.I.P.O.L.
Persecuciones y explosiones lucidoras, sin llegar a a ser excesivas y empalagosas; un sentido del humor negro, sostenido por los diálogos; y una trama sencilla de digerir son los elementos de esta película; es una cinta ligera, entretenida que va al grano, no es el Guy Ritchie memorable de ‘Snatch, cerdos y diamantes’, pero tampoco es el catastrófico cinesasta que hicera ‘Insólito destino’, dirigiendo a su entonces esposa Madonna; su misión es entretener sin mayores complicaciones y lo consigue.
