Por: Adrián Ruíz
La cristalización de los sueños profesionales y las implicaciones que conlleva, convirtiéndose en una situación de pasión odio, es lo que se ha visto en cintas como ‘Whiplash: Música & Obsesión’, ‘La La Land: Una historia de amor’ o incluso ‘El primer hombre en la luna’, ahora Demian Chazelle vuelve con esta inquietud en su cinta más ambiciosa, en cuanto a producción y duración refiere, con ‘Babylon’.
Situada en le época dorada del cine silente en Hollywood, hasta llegar al cine sonoro, donde no todos los que conformaban la industria tuvieron cabida, la cinta nos presenta a Manny, un mexicano con aspiraciones de hacer algo que trascienda y signifique algo, y ve en el cine esta posibilidad, al igual que Nelly La Roy, una aspirante a actriz con un potencial enorme, pero con un pasado que termina por definir su presente. A estos aspirantes, se suma la presencia de Jack Conrad, un actor consolidado que ama al cine y lo que éste simboliza y le proporciona, como la admiración y la fama del entorno, estos personajes son la espina dorsal de una bacanal cinematográfica que presenta el glamour y el horror.
En medio de un diseño de producción estilizado, así como una banda sonora que funge como personaje, la cinta engloba lo mágico, lo efímero y lo significativo que es el séptimo arte, un hechizo del que es difícil desprenderse y si uno no se sabe cuidar la autodestrucción, los excesos y el peligro se convierten en consecuencias implacables, grosso modo es lo manifestado por Damien Chazelle, el cineasta más joven en ganar un Oscar en el rubro de dirección, quien presenta imágenes oníricas y rinde un homenaje al cine en sí, pero también llega a provocar con imágenes escatológicas, que pueden llegar a ser deleznables para el espectador, presentando así ambas caras de la moneda. La duración, poco más de tres horas, así como algunas historias que se alargan innecesariamente y otras que no despuntan del todo, son algunos factores que pueden restarle brío a esta propuesta.
Diego Calva, en su primer protagónico hollywoodense, es un buen vehículo para contar la historia, sus ojos tienen una expresividad única, a él se suma Margot Robbie, quien mezcla sex appeal, explosividad y drama, demostrando una vez más su potencial. Brad Pitt en una metaficción, transmite el desequilibrio y la adicción a la fama. Todo se torna en una montaña rusa de emociones con una duración desmedida.
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