Fotografía: Joshua Woroniecki / Unsplash
Durante la reunión que sostuvieron el mes pasado, los funcionarios de la Reserva Federal de Estados Unidos acordaron que, en tanto la inflación estaba apretando a la economía y existían signos de una tasa de empleo fuerte, era el momento de subir los tipos de interés, pero también estuvieron de acuerdo en que cualquier decisión dependería de un análisis exhaustivo, reunión tras reunión, de la inflación y otros datos.
El recuento de la sesión, que se llevó a cabo los días 25 y 26 de enero, evidenció señales de que el banco central estadounidense estaba preparándose para tratar de frenar el acelerado aumento de los precios, algo no visto desde la década de 1980. En ese sentido los funcionarios señalaron que, si bien esperaban que la inflación se redujera a lo largo del año, estarían preparados para subir los tipos rápidamente si esto no ocurría.
“La mayoría de los participantes expresaron que, si la inflación no desciende como esperan, sería apropiado que el Comité (Federal de Mercado Abierto) eliminara la política acomodaticia a un ritmo más rápido de lo que actualmente se prevee”, se lee en las minutas de la reunión de acuerdo con un cable de la agencia Reuters.
La justificación de las autoridades de la Fed fue que la fortaleza de la economía y el acelerado ritmo actual de la inflación apuntalarían la decisión de aumentar los tipos de interés a un ritmo más acelerado que el de una ocasión por trimestre y que tuvo lugar durante el ciclo de endurecimiento en 2015. De acuerdo con Reuters, varios analistas señalaron que esa declaración apuntaba a llevar a cabo alzas en cada reunión.
“Los participantes hicieron hincapié en que la senda adecuada de la política dependería de la evolución económica y financiera, y de sus implicaciones para las perspectivas y los riesgos en torno a las mismas”, según las minutas de la reunión hechas públicas este miercoles.
La junta de gobierno de la Fed suele reunirse unas ocho veces al año, es decir, casi cada seis o siete semanas.
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