A lo largo de este año se han ido posponiendo o suspendiendo las festividades, primero comenzamos con el Día del Padre y poco a poco se fueron suspendiendo las tradicionales fallas en Valencia, los pasos de Semana Santa en Andalucía, los San Fermines en Pamplona o Sant Jordí en Cataluña, y ahora terminaremos el año con una serie de restricciones que no conocíamos en carne propia y que nos dañan el corazón, además de las sillas ausentes en nuestra mesa, tenemos que elegir quien se sentará.
En España, como en todo el mundo, nos han pedido que reduzcamos el número de comensales a diez, aunque en algunas comunidades (en México, Estados) a seis personas y nos pusieron en la disyuntiva de decidir, sobre todo con que hermano o hermana cenarían nuestros abuelos, o con quien tendrían menos riesgo de contagio, difícil decisión.
A todo esto, se suma el toque de queda, un horario restrictivo que se puso en funcionamiento el pasado mes de noviembre y que va a partir de las veintidós horas hasta las seis de la mañana, en Cataluña, y de las cero horas a las seis en Madrid, las únicas que se salvan del toque de queda son las Islas Canarias, con excepción de Tenerife. En estos horarios no puedes circular para nada, sólo si es emergencia, claro, si vas a visitar a algún familiar, o cenas con de algunos amigos, tienes que asegurarte estar en tu casa antes de las diez de la noche y si te encuentran las multas son excesivas.
A ese toque de queda, se le agrega las restricciones en los restaurantes, que sólo pueden funcionar de 7.30 a 9.30 horas y de las 13 a las 15.30 horas, ya no existen las cenas, solamente si son por encargo. Es triste porque España es el país con más establecimientos por habitantes del mundo. Hay un bar por cada 175 personas y en total hay unos 250 mil locales de restauración, más de los que hay en todo Estados Unidos. Los horarios son muy extendidos, donde se cena alrededor de las 10 de la noche, en donde las terrazas son una forma de vida y en donde se disfruta, en todos los niveles sociales, una buena caña con su tapita. Todo eso ha desaparecido, hace meses que ya no se ve un bar abierto.
Tradicionalmente el año nuevo se celebra con amigos y también con la familia, se reserva en algún restaurante, hay cientos de ofertas de menús especiales maridados con los mejores vinos y cavas, ofrecen su cotillón especial, el toque de las campanadas con las uvas y baile hasta las tantas, Es costumbre que todas las cadenas de televisión, pongan a sus celebridades a dar las campanadas, las más habituales se hacen desde la Plaza del Sol el Madrid, donde el reloj centenario nos va indicando el ritmo de comer las uvas.
Pero ahora todo eso se suspenderá por este año, como todas las fechas señaladas solamente por esta ocasión, tanto en Nochebuena como en Nochevieja, el toque de queda nos dará una tregua de tres horas y media más, sin embargo, seguiremos siendo diez en la mesa o peor aún seis, en algunos casos. No habrán restaurantes que sirvan manjares, no degustaremos los sofisticados vinos, no habrán personas gritando y brindando en la Plaza del sol, ni en ninguna otra plaza de España porque estarán vacías, en esta ocasión será “la noche más des venturosa” del año.
