Es increíble que en una sociedad como la española, el divorcio cumpla 40 años en 2021, pero es cierto.
El 7 de julio de 1981 bajo el gobierno de Adolfo Suárez, se aprobó la ley, desafiando a la iglesia católica quien defendía que sólo la muerte podía deshacer el vínculo matrimonial, que divorciarse era un pecado, pero el adulterio masculino, era visto como “un bien necesario” y permitido por la iglesia y la sociedad.
La ley de 1981 establecía un método bastante conservador ya que había que alegar una serie de causas para que este fuese autorizado, tales como alcoholismo, infidelidad, abandono del hogar o tentativa de prostituir a la mujer, además de esperar alrededor de dos años a que se resolviera el caso.
Pero no fue hasta el 2005 que el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, modernizó el divorcio, haciéndolo más rápido y más flexible. Con éste logro, dio un respiro más a la mujer y ¿por qué a la mujer? Porque no tenía libertad de decisión, ni de movimiento. Increíble ¿no? Lo cierto es que durante el franquismo la mujer dependía al 100% primero de su padre y luego de su marido. Durante toda la dictadura las mujeres fueron sometidas a la patria, la Iglesia, los hombres y la economía.
Durante ese período, las mujeres tenían que pedir permiso para estudiar o trabajar y el hombre controlaba todo el proceso, era frecuente que el marido permitiera trabajar a su mujer en la misma empresa para poder vigilarla y si ella tuviera alguna oportunidad en otra empresa o institución, simplemente no podía aceptarlo. Las mujeres trabajaban principalmente en negro pero poco a poco empiezan a hacerse visibles en el mercado laboral. Primero en profesiones feminizadas como limpiadora, enfermera, profesora o trabajando en la fabricación de ropa o calzado o en manufacturas de alimentos. Profesiones que no ofendían al machismo imperante en la sociedad.
Otro aspecto increíble pero cierto, era que la mujer no podía abrir una cuenta bancaria, tenía que usar las cuentas del padre o del marido por lo que no tenía independencia financiera y todos los gastos controlados, por lo tanto, no podía gastar en cosas personales teniendo que pedir permiso hasta para comprarse unas compresas.
¿Viajar, una mujer sola o con amigas? Imposible, porque en los hoteles no les permitían hospedarse, incluso; las parejas tenían que enseñar el “libro de familia con foto”, que en España es como el acta de matrimonio y se tenía que llevar encima casi siempre. Increíble verdad.
Es triste escuchar a las mujeres que enviudaron antes de la ley divorcio, escucharlas decir que la muerte de su marido fue como un regalo divino y que a partir de ese momento consiguieron vivir y decidir libremente.
No hay que celebrar los 40 años de la Ley del Divorcio en sí, sino los 16 años del divorcio de forma justa, directa y libre.
Lo cierto es que nos cuesta tanto creer, que a las mujeres en España se les coartara tanto su libertad de ser, de vivir y que hasta la muerte de Franco pudieran ver la luz al final del túnel.
Aún quedan muchos aspectos que mejorar, derechos para los seres humanos, para las grandes minorías. Aún tenemos que seguir trabajando.
