Una vez más, el problema de siempre: «Jugamos como nunca y perdimos como siempre». Eso sí, los aficionados otra vez cumplieron, otra vez apoyaron, otra vez alentaron, pero de nueva cuenta no fueron bien correspondidos por la Selección Mexicana.
La afición en la Ciudad de México respondió al llamado. El Tricolor se jugaba ante Arabia Saudita su clasificación a los octavos de final de la Copa del Mundo de Qatar y la explanada del Monumento de la Revolución se pintó de verde gracias a los miles de aficionados que se dieron cita en el FIFA Fan Fest.
En el ambiente se percibía ilusión, esperanza. Es verdad que la Selección Mexicana necesitaba un auténtico milagro para superar la fase de grupos, pero la gente sentía que era posible y con ese optimismo abarrotaron el lugar. Muchos con sus jerseys y playeras del combinado nacional, algunos con máscaras, otros con banderas y matracas, pero todos con un mismo deseo: ver a México avanzar a la siguiente ronda del Mundial.
Los ánimos en el Monumento de la Revolución se encendieron desde el principio gracias a que el conjunto azteca tuvo presencia en el arco rival desde el pitazo inicial. Las aproximaciones a cargo de Luis Chávez, Hirving ‘Chucky’ Lozano y Orbelin Pineda provocaron el clásico suspiro que genera el saber que tu equipo desperdició una buena oportunidad de marcar.
El cotejo llegó sin anotaciones al entretiempo, pero el optimismo prevaleció entre los aficionados a sabiendas de que los mexicanos habían sido superiores a los asiáticos en el terreno de juego durante los primeros 45 minutos. ¿Lo único que hacía falta? Tener contundencia y mandar la pelota al fondo de las redes.
La explosión de júbilo en la Plaza de la República llegó comenzando la parte complementaria. Miles de gargantas pudieron hacer el grito de gol y fue por partida doble. Primero, Henry Martín abrió el marcador al 47′ y, después, Luis Chávez volvió a desatar la locura con un soberbio disparo de tiro libre al 52′.
Si el ánimo ya era bueno, los dos goles lo mejoraron exponencialmente. La ilusión creció, los cánticos se hicieron presentes y el sueño de que la Selección Mexicana se mantuviera con vida en la máxima justa se levantó más que nunca.
Con el 2-0 a favor, el cuadro azteca siguió atacando y se quedó muy cerca de incrementar su ventaja, pero continuó fallando ocasiones claras y, en las dos veces que volvió a doblegar el arco rival, el silbante invalidó las acciones debido al fuera de lugar. Ambas fueron decisiones correctas.
El tiempo siguió su curso. Argentina venció 2-0 a Polonia y eso obligaba al conjunto mexicano a anotar otro gol para ganarse su boleto a los octavos de final, pero por más que se intentó, no se logró. De hecho, Arabia Saudita descontó en los minutos finales del compromiso y eso no solo acabó con las posibilidades del Tricolor, sino también con la energía de los aficionados.
La fanaticada azteca se marchó del FIFA Fan Fest decaída, triste, decepcionada. El sentimiento de «jugamos como nunca y perdimos como siempre» volvió a aparecer, pero en esta ocasión, el fracaso fue mayor a Mundiales anteriores, ya que México no quedaba eliminado en la fase de grupos desde Argentina 1978.
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