En una total y atípica situación mundial por la pandemia del Coronavirus, desde hace un año, el deporte no podría ser la excepción y el futbol americano en especial, también lo ha sufrido, aunque para su juego final por el título del Super Bowl, se busca que impacte lo menos posible.
De entrada, las asistencias a los eventos deportivos, prácticamente no han existido y a lo largo de la campaña de la NFL, pocos equipos permitieron tener aficionados en sus tribunas y cuando fue el caso, el aforo osciló entre el 10 y el 30 por ciento de la capacidad del estadio.
Para el Super Bowl LV, el próximo domingo 7 de febrero, entre los Bucaneros de Tampa Bay y los Jefes de Kansas City, las autoridades Estatales de Florida y la NFL, llegaron a un acuerdo para permitir el ingreso de 22 mil espectadores, menos de una tercera parte del Estadio Raymond James, cuya capacidad es de 67 mil aficionados.
Pese a ello, ese numero de fanáticos será el más alto que se haya permitido a lo largo de la campaña del 2020, por razones del Covid-19 y esos 22 mil afortunados podrán presumir el haber asistido al juego más importante del deporte profesional en los Estados Unidos, y además, en un duelo histórico con el futuro miembro del Salón de la Fama, Tom Brady y Patrick Mahomes, que a pasos agigantados empieza a tomar la estafeta del gran quarterback de 43 años de edad.
Esos 22 mil aficionados, tuvieron que pagar una enorme cantidad de dinero ya que cada año, la asistencia a un Super Bowl, implica un enorme gasto económico, pero en esta ocasión, lo fue más ante el poco aforo que se permite por las restricciones sanitarias.
El boleto más barato para asistir al famoso Super Domingo y ver a Bucaneros ante Jefes, cuesta poco más de 200 mil pesos (9 mil dólares) y a ello hay que agregar el viaje que implica el costo del avión, hospedaje, comidas y lo que se gaste uno en Tampa Bay, sede del partido.
A ello hay que agregar que los visitantes extranjeros tendrán que entregar una prueba Covid-19 al momento de ingresar a los Estados Unidos.
Los protocolos para el ingreso y estancia durante el partido, le impedirá a los aficionados asistentes disfrutar de las amenidades de un inmueble al que se le ha invertido mas de 160 millones en remodelaciones en los últimos 5 años y otros 7 millones para facilitar el distanciamiento social.
De esos 22 mil asistentes del próximo 7 de febrero, 7,500 serán trabajadores de la Salud, vacunados contra el Covid-19.
