Mientras se discute la decisión de celebrar la cita olímpica, para la que el 60% de los japoneses quiere que se cancelen, el ejecutivo nipón ha incluido tres nuevas regiones con restricciones. Estas son el estado insular norteño de Hokkaido, donde se correrá la maratón olímpica, e Hiroshima y Okayama, en el oeste del país.
La incertidumbre en la que se balancea el encuentro de los cinco aros tiene como precedentes el poco avance en la campaña de vacunación en el país del sol naciente, la cual marcha al 2%.
Los japoneses han mostrado por distintas vías su descontento ante la “inminente” fiesta olímpica. Según una encuesta publicada por el diario Yomiuri Shimbun entre el 7 y el 9 de mayo, refiere que el 59% quiere que se cancelen los Juegos, frente al 39% que dijo que deberían celebrarse.
Ante estos criterios se suman las opiniones del Sindicato Nacional de Médicos japoneses, que el jueves 13 de mayo presentó un reclamo para apoyar la cancelación de los Juegos Olímpicos, alegando la posible propagación de nuevas cepas dentro del territorio debido a la presencia de atletas de varios países.
“Para los atletas será duro, pero alguien tiene que pedir la cancelación de los Juegos. Por eso pedimos esto, porque los sanitarios nos hemos visto obligados a ser quienes lo hagan”.
Naoto Ueyama, representante del sindicato de Médicos
La oposición de los médicos nipones se hizo pública tras filtrarse el plan de desplegar a unos 10 mil de ellos en esa cita en un momento de enorme presión sobre el sistema sanitario nacional. Los grupos de presión critican la postura del primer ministro Yoshihide Suga y su ejecutivo, por la gran inversión de dinero para el evento deportivo en desmedro del bienestar de la población. Sin embargo, el Comité Olímpico Internacional señala que se han valorado todos los escenarios y en ningún caso se prevé que los juegos no se lleven a cabo.
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LYMA
