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Yves Montand: centenario de un artista hecho a sí mismo

por | Oct 12, 2021

Nombre de cuna: Ivo Livi, nombre de carrera: Yves Montand. Con la misma fecha en el calendario pero de 1921, nació el mejor ejemplo de un artista hecho a sí mismo, que surgió de una familia obrera y logó triunfar, fue de Francia hasta a Hollywood y Broadway, en los mejores escenarios.

Rodeado con pequeños trabajos que fortalecían su deseo por la interpretación, durante su adolescencia, Yves Montand llegó al mundo un año antes de que Benito Mussolini alcanzara el poder, se mudó de Italia a Francia a los cuatro años y a los once abandonó la escuela.


«Partió de la nada y el éxito le sonrió gracias a su talento y al trabajo. No dejaba nada al azar. En sus cuadernos marcaba casi al milímetro cada paso que debía dar en el escenario. Sabía exactamente cuándo debía hablar y dónde»

Valérie Fedele, comisaria de la exposición que el Castillo de la Buzine le dedica por el centenario.

Yves Montand y Marilyn Monroe

Camarero y aprendiz de peluquería, engrosaron su cartilla laboral antes de que su encuentro profesional y amoroso con Édith Piaf, en 1944, diera un giro decisivo a su trayectoria, Montand dio al sueño americano su mejor versión francesa y en conjunto con su carisma e inigualable mirada se ganó el amor del público.

Conocido en todos los círculos, toda la prensa hablaba de él.


Junto a ella debutó en el cine en 1945 en «Étoile sans lumière» donde impresionaba incluso a espectadores extranjeros que no entendían ni una palabra de lo que cantaba.


En los sesenta, Montand empezó a estar en los planes de los grandes directores del momento, de Alain Resnais («La guerre est finie») a Claude Lelouch («Vivre pour vivre») con quien rodó «Garçon!», «César et Rosalie» y «Vincent, François, Paul… et les autres».

Los ochenta fueron en cambio una década de altibajos. De la muerte en 1985 de Signoret al nacimiento en 1988 de Valentin, su primer y único hijo, con Carole Amiel, a la que conoció cuando ella tenía 17 años y él ya pasaba de los sesenta.

"Pienso en Yves todos los días. Me pregunto siempre qué haría con su hijo si estuviera aquí, qué consejos le habría dado", indicó este lunes en el diario Le Parisien su viuda, que acaba de publicar el libro biográfico "Yves Montand, la force du destin".

El intérprete que era, según sus palabras, «un perfeccionista en ebullición permanente” murió casi con las botas puestas, el 9 de noviembre de 1991, de un infarto de miocardio, un día después del final del rodaje de la película «IP5», de Jean-Jacques Beineix, en la que su personaje fallece también de un infarto y es así como sólo los grandes saben despedirse.

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