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Nuevo hallazgo del INAH en Plaza Garibaldi

por | Dic 1, 2021

Este descubrimiento perteneció a una familia mexica que sobrevivió la conquista española

En agosto pasado, en vísperas de la conmemoración del quinto centenario de la toma de Tenochtitlan, un predio aledaño a la Plaza Garibaldi, en el centro-norte del Centro Histórico capitalino, comenzó a revelar su pasado más antiguo cuando fue la vivienda de una familia indigena  que sobrevivió a la invasión española, según lo ha constatado la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, mediante un equipo de salvamento arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En honor a ese mundo que se desvanecía, los habitantes de esa antigua casa realizaron un ritual en el siglo XVI, posiblemente entre los años 1521 y 1610 d.C., para dar testimonio de que así terminaba un ciclo de sus vidas y de su civilización.

 Entre cantos y olor de copal, los moradores colocaron en el patio una ofrenda con múltiples elementos, entre los que destacan una olla con restos óseos y 13 sahumadores polícromos de casi un metro de longitud, usados para quemar la resina.

En el predio, las arqueólogas Mara Becerra y su colega Ximena Andrea Castro Rivera investigaron las diversas capas de un sitio que se ha mantenido como vivienda al paso de siglos, hasta llegar a los arranques de muros de esa primera casa que perteneció a Tezcatzonco, un barrio menor de Cuepopan-Tlaquechiuhca, una de las cuatro parcialidades que integraban Tenochtitlan.

Ahí descubrieron los cimientos del complejo habitacional mexica en la parte media del predio, de 500 metros cuadrados de extensión, donde el Instituto de Vivienda de la Ciudad de México (INVI) preveía una proyecto de construcción.El equipo arqueológico excavó hasta profundidades que van de 3,50 metros a 5,20 metros, donde hallaron los vestigios a base de tezontles y adobes, en una superficie aproximada de 80 metros de cuadrados.

La excavación también reveló que la vivienda mexica estuvo conformada por una estancia, un corredor que conecta a cinco habitaciones que aún mantienen parte de sus estucos originales en pisos y en muros, y un patio interior, donde se localizó la ofrenda.Los arqueólogos insistieron en que los sahumadores «refuerzan la concepción nahua del universo».

“Este hallazgo nos permite interpretar este contexto arqueológico como evidencias de una ofrenda que se dispuso en las primeras décadas tras la invasión de Tenochtitlan, como parte de un ritual de clausura del mismo espacio, un acto esencial para la cosmovisión tenochca”, concluyó la arqueóloga.

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