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La relectura cinematográfica del Baile de los 41

por | May 25, 2021

El evento histórico del Baile de los 41, es algo así como el “espíritu santo”, no hay documentación fidedigna y casi nada es comprobable pero se ha convertido en el imaginario popular mexicano en la referencia inmoral y sardónica de lo que las esferas del poder guardan.

La anécdota refiere un peculiar baile privado el 17 de noviembre de 1901, al que asistieron solo varones, entre los que abundaban hijos de personalidades públicas y funcionarios a los que se les denominaba «pollos» o «lagartijos» de manera despectiva, por llevar un estilo de vida holgada y moral distraída. Luego de varias horas de juerga, la madrugada del día 18, irrumpió la policía en una redada que dejó al descubierto una celebración donde la mitad de los hombres estaban maquillados, entaconados, con pelucas, vestidos de mujeres, en fin, un cuadro dantesco para la moral de la época. Ahora bien el dato que levanta ámpula es que dentro de los asistentes a la fiesta se encontraba el ahijado de Maximiliano I y el yerno del entonces presidente Porfirio Díaz, José Ignacio Mariano Santiago Joaquín Francisco de la Torre y Mier.

Lo que pasó al lado oscuro de la historia, es que se llevaron a los 42 asistentes de la fiesta, pero al conocer que Ignacio de la Torre era uno de los detenidos (el yerno de la patria) éste fue liberado y borrado de la lista cautelosamente, para apagar el escándalo que comprometía a la familia del primer mandatario, quedando oficialmente en el número de 41 detenidos. Uno de los documentos que se conservan, es la noticia ilustrada por José Guadalupe Posada, el caricaturista más crítico contra el régimen porfirista, publicado en la Gaceta callejera, donde se lee: “Los 41 maricones encontrados en un baile de la calle la Paz el 20 de noviembre de 1901”, acompañada de crueles frases y burlas homofóbicas.

Pese a que los historiadores y especialistas afirman o niegan algunos hechos, con el paso del tiempo el único consenso que hay es la poca documentación que existe, además de los intereses por demostrar una u otra versión. La historia es tan frágil, que aún hay quienes sostienen que la presunta homosexualidad de Ignacio De la Torre nunca fue comprobada a lo que se suma el prejuicio de la época de «falta de hombría» que suponía no engendrar un hijo con su esposa Amada Díaz, incluso se intenta vincular sentimentalmente con Emiliano Zapata debido a que éste fue quien lo liberó de Lecumberri, cuando De la Torre fue aprendido por ser parte de la oposición contra el nuevo presidente Francisco I. Madero, y en cuyo asesinato se vio implicado, pasando por alto la relación laboral que existía desde años antes, en la que Zapata fue caballerango en las haciendas De la Torre.

Martín Luis Guzmán, en su brillante obra literaria que se desarrolla en el marco de la revolución, El águila y la serpiente anota un pasaje de Amada Díaz mientras el autor se encuentra preso en Lecumberri:

«La hora patética era la cotidiana aparición de doña Amada Díaz de De la Torre, que venía a ver a su esposo.[…] Llegaba siempre en coche de bandera colorada, irradiando de toda su persona -lo sentíamos desde el momento en que su pie apuntaba al suelo- una atmósfera de melancolía serena y honda que nos cautivaba, nos asía, nos hipnotizaba. […] Diez años antes la vi llegar, esplendente de terciopelo granate, cubierta de rubíes, a un  fastuoso baile de la Escuela de Minería; ahora pasaba, sola y vestida de negro, por los patios y pasillos siniestros de una prisión. Pero es seguro que hoy no era menos, ni valía menos que antes.»

El reciente estreno en el catálogo de Netflix, de la película El baile de los 41 (2020, Canana films) del joven director, editor y guionista David Pablos quien ha cosechado varios reconocimientos, reavivó el interés por la anécdota y dividió las opiniones del gremio cinéfilo. Aunque algunos críticos se han empeñado en juzgarla con un rigor documental (claramente no podría serlo) es un proyecto que retrata un momento histórico en el camino por el trato digno de la comunidad LGTBIQ.

Con el tiempo la intervención policiaca fue considerada como ilegal y arbitraria, además de irrespetuosa con los derechos humanos de los asistentes. Después del incidente, la comunidad gay adoptó el número 41 como un símbolo de la lucha histórica por el respeto y aceptación que tanto han costado por las conductas homofóbicas culturales. En  2001, la comunidad gay colocó una placa conmemorativa del Baile de los 41, en el Centro Cultural José Martí en la CDMX.

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