Hace unos meses apenas, el 6 de abril se conmemoró el 50 aniversario luctuoso de uno de los compositores más importantes de la historia de la música: Igor Stravinsky. Hoy 17 de junio pero de 1882, se celebra con eventos especiales presenciales y virtuales desde su natal Rusia hasta países latinoamericanos como el nuestro, su nacimiento.
En una entrevista con su gran amigo y biógrafo Robert Craft, Igor Stravinsky coloca entre sus dientes un lápiz y lo recarga en el piano, mientras interpreta una melodía explicando la resonancia transmitida. Un recurso que Beethoven empleaba para componer después de haber perdido la audición, explica.
Para el compositor ruso la vibración es, además del vehículo del sonido, una fuente de conocimiento total desde la Teoría de cuerdas hasta la musicoterapia. El movimiento en el tiempo, fue la materia con la que el Maestro Stravinsky concibió una producción titánica. Tuvo una larga vida en la que mantuvo encendida la llama de su curiosidad llevándolo a explorar caminos no transitados hasta entonces. Con un abanico cultural gigantesco, descubrió los hilos conductores de la canción popular rusa, del jazz, la literatura, la mitología, los cambios sociales o de cualquier rincón del mundo para transformarlo en un sonido totalmente diferente y propio.
A menudo llamado “El Picasso de la música”, padeció los tiempos más tumultuosos de la guerra, el cambio de siglo, la migración, cambios culturales y políticos que le permitieron experimentar estilos musicales que diversificaron su obra desde el neonacionalismo ruso, neoclasicismo, primitivismo y modernismo, razón por la cual -supongo- Arnold Schönberg (con el que sostuvo una rivalidad producto de la diferencia de estilos) titula uno de sus ensayos como “El camaleón” Igor stravinsky…
El poderoso tríptico
En 1910, a los 26 años y con una trayectoria musical discreta hasta entonces, toca a su puerta la oportunidad de trabajar con el empresario Sergei Pavlovich Diaguilev, quien le encarga componer la música para la adaptación al ballet de la leyenda tradicional rusa El pájaro de fuego. Una obra que le permitió un despliegue creativo trascendiendo del estilo folclórico al simbólico que culminó en un éxito rotundo y del que el propio Stravinsky renegaría más tarde por su popularidad.
Uno año después, presenta Petrushka musicalmente más progresiva, una obra que evoluciona y unifica la danza musical y el diseño de formas nunca antes vistas en el ballet.
Para 1913, compone la música para su obra cumbre y más conocida la Consagración de la Primavera, que se basa en un poema de Sergey Gorodetsky, baste mencionar que su estreno fue el mayor escándalo de la historia de la música. En esta presentación, demostró la maleabilidad de los sonidos ante su talento en algo completamente nuevo y disruptivo, tanto que el público de entonces no lo entendió y abucheó el evento, Stravinsky entre algunas maldiciones abandonó la sala y el resto es historia: Se había ejecutado por primera vez, una de las obras musicales más importantes de la historia. Y ese primer fagot con el que abre la obra continúa erizando la espina dorsal desde hace más de cien años de quien lo escucha.
Music Division, Library of Congress
Sin duda, Stravinsky reinventó la danza para el siglo XX. Comprendió el talento heredado de músicos como Rimski-Kórsakov y Tchaikovsky para trascenderlas en algo totalmente moderno. Su legado musical comprende más de 150 obras colosales que cambiaron el lenguaje musical e influenciaron a otros compositores tan importantes como Pierre Boulle, Olivier Messiaen y a los mexicanos Carlos Chávez y Silvestre Revueltas, otros pilares que a su vez formaron generaciones enteras de músicos en la cadena evolutiva de la música académica.
