El también narrador y ensayista mexicano murió la mañana de este viernes. Deja un invaluable legado literario e ideológico.
La noticia la dio a conocer su hija Graciela González Phillips a través de sus redes sociales, “Mi padre, el poeta-filósofo Enrique González Rojo Arthur, murió hoy por la mañana. Lo extrañamos ya entrañablemente!: Y vivos los queremos…”.
Un querido maestro de varias generaciones, Enrique González Rojo fue admirado y respetado aún por quienes no fueron sus alumnos en aula, pero sí sus discípulos gracias a la lectura de sus obras. Poeta y filósofo de la sociedad rebelde, fue un hombre generoso, revolucionario en todo el sentido de la palabra, auténtico. Amante de la música y el cine, el maestro siempre fue claro con su compromiso político y así quedó plasmado en sus textos.
Hombre de letras, González Rojo obtuvo el grado de maestro en filosofía en 1959 con la tesis titulada “Anarquismo y Materialismo Histórico”. Después realizó los estudios del doctorado en filosofía e hizo un posgrado en lógica. Fue invitado a colaborar como profesor de tiempo completo en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo durante dos años. El resto de su vida residió en la Ciudad de México, donde fue profesor por más de 33 años en diferentes preparatorias de la UNAM, el CCH Vallejo, la Facultad de Filosofía y Letras de Ciudad Universitaria y la Universidad Autónoma Metropolitana, donde fue uno de los maestros fundadores.
Nacido el 5 de octubre de 1928, el maestro González Rojo escribió poesía, cuento, novela, ensayo y autobiografía, aunque gran parte de su producción abarca la poesía. Destaca su obra “Para deletrear el infinito”, del cual Efraín Huerta escribió: “es un libro que no hay que leer superficialmente, este libro es para ser estudiado, para ser leído con mucho cariño, con mucha minuciosidad. Es un libro complejo, muy grande y hay que deletrearlo, hay que ir hacia él con mucho cuidado”.
Acerca de la misma obra Miguel León-Portilla le comunicó: “he leído buena parte de su libro y refrendo la convicción que ya tenía de que usted es un auténtico Cuicapicqui, forjador de cantos, en el México nuestro contemporáneo. Veo que se ha echado usted a cuestas una larga empresa. ¡Nada menos que deletrear el infinito” Poesía filosófica y filosofía poética es lo que usted nos ofrece”.
Filósofo de corazón, reflexionó acerca de innumerables temas, como la misma poesía, la política, historia, psicoanálisis, historia y religión. Docente nato, siempre habló con sus alumnos de estos y otros temas, profundizó en el papel de la mujer en la sociedad y la opresión del género masculino sobre el femenino. Siempre pugnó por la liberación de cada sector de la sociedad que se encuentre explotado y oprimido.
El maestro siempre fue respetado por su coherencia y sabiduría, por su militancia política y su militancia en contra de “las mafias literarias” como siempre les llamó. Fue miembro del Partido Comunista Mexicano, formó la Liga Leninista Espartaco junto con José Revueltas y otros compañeros. Hombre de ideas claras, tuvo sus diferencias con la cúpula burocrática y autoritarias de los subsecuentes partidos de “izquierda”.
Crítico severo de Octavio Paz, sobre quien escribió “Cuando el Rey se hace Cortesano. Octavio Paz y el Salinismo”, y “El Rey va Desnudo. Los ensayos políticos de Octavio Paz”, el maestro siempre fue coherente con su discurso e ideología. En 2018 el poeta rechazó el Premio Nacional de Artes y Literatura porque lo recibiría de manos de enrique Peña Nieto.
Lector incansable, trabajador, melómano, intelectual de amplia cultura y gran maestro, Enrique González Rojo deja un legado invaluable que queda en la memoria de sus alumnos, quienes este viernes lo han reconocido y recordado en las redes sociales. Y aunque se ignora si las autoridades le rendirán un homenaje, su poesía, dignidad y rebeldía no se olvidarán.
