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Elena Poniatowska galardonada con la Medalla Belisario Domínguez

por | Abr 19, 2023

«Muchos esperaban un discurso político y lamento decepcionarlos, estoy tan llena de agradecimiento que solamente puedo decir gracias, gracias, gracias y otra vez gracias»

Narradora fundamental del México contemporáneo, Elena Poniatowska recibió este miércoles la Medalla Belisario Domínguez en el Senado de la República, distinción otorgada a personas mexicanas debido a sus acciones en beneficio de la nación o de la humanidad.​ Es la máxima condecoración que los Estados Unidos Mexicanos otorga a sus ciudadanos.

Por su trayectoria, influencia en la literatura y periodismo mexicanos, así como por su activismo político, Poniatowska fue merecedora del reconocimiento, en medio de una ceremonia en la que el gran ausente fue el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo ellos se habían reunido antes.

Ataviada con un traje chiapaneco, en honor a Belisario Domínguez, Elena Poniatowska recibió la presea de manos del presidente de la mesa directiva del Senado, Alejandro Armenta. La escritora dio un discurso en el que hizo un recorrido por un México entrañable a través de sus recuerdos e inició rememorando a las únicas nueves mujeres que antes de ella recibieron el reconocimiento.

«Ahora en este 2023, cuando cumplo 91 años y todavía subo las escaleras, como la escalera de la canción que dice que para subir al cielo se necesita una escalera grande y una chiquita, el Senado de la República me concede la enorme distinción que ha sido entregada quienes tanto he admirado. Los premios son una puerta que se abre de pronto, un regalo, una posibilidad de futuro y un reconocimiento al pasado para quienes como yo, se despiden».

Poniatowska dijo que «si fui una joven preguntona, sigo siéndolo, y todavía insisto en los por qué, para qué, cómo, cuándo y dónde». Recordó sus recorrido de la entonces calle San Juan de Letrán, a los personajes como el cilíndrelo, la vendedora de quesadillas, pero también a los escritores que conoció y que al paso del tiempo se volvieron más que sus amigos entrañables. Habló de ese México en el que ella se inició como periodista.

«Tuve la dicha de entrevistar a personajes como Diego Rivera, Alfonso Caso, Octavio Paz, Maria Félix…», y después de dar varios nombres, acotó, «pero fue en el Palacio Negro de Lecumberri donde encontré un mundo tan distinto al mio, fue que entré a lo mejor escuela de vida», lugar en el que ella entrevistó a personajes como José Revueltas y los presos políticos, y los muchachos del movimiento estudiantil, «a donde fue con mi admirado Luis Buñuel a visitarlos y él se puso a hacer fajina».

Esta distinción que se le otorga es por todo eso que ella escribió, por las luchas en las que participó, por ser un parteaguas en el periodismo y el feminismo, por su activismo y por ser una mujer que ha dejado en las letras la voz de los sin voz y que se fue a meter a donde otros no lo hacían, Tlatelolco después dela matanza de estudiantes y entre los escombros del sismo de 1985, con las mujeres costureras, en la Selva Lacandona, del brazo de Rosario Ibarra en la búsqueda de su hijo, con Demetrio Vallejo, con los médicos en sus luchas, con los intelectuales.

«Todavía soy de los que levanta la cabeza cuando un helicóptero sobrevuela el caserío. Vivir este acontecimiento (Tlatelolco) sigue siendo una profunda herida hasta el día de hoy. Todavía escuchó la voz de Octavio Paz, de Rosario Castellanos, de Carlos Fuentes, de Demetrio Vallejo y la de Jose Revueltas, me acompañan y son una guía en el camino».

En una ceremonia en la que la senadora Sasil De León Villard hizo un recuento de la trayectoria de Elena Poniatowska, no faltó la mala nota, ya que ella trató de meter un tema que no venía al caso, la mala educación que algunos mostraron con sus gritos y el hecho de que Adán Augusto López no quiso hacer él la entrega de la medalla. Además del nulo civismo en un acto como este en el que con gritos y aplausos interrumpían a la escritora.

En su discurso de agradecimiento, Elena Poniatowska recordó a la gente con la que ha trabajado, convivido y entrevistado. Habló de lo que hizo junto a Carlos Monsivaís en los días posteriores al terremoto de 1985. Su amor por la juventud, su amor por el periodismo. Su solidaridad con Rosario Ibarra en la búsqueda de su hijo, la lucha con Toledo, sus visitas a José Revueltas en la cárcel. Su relación con Renato Leduc, López Tarso, Maria Victoria, Vitola, Tongolele, María Greever, Consuelo Velázquez, Palillo, Eduardo del Río Rius, Luis Alcaraz, Pita Amor, Luis Buñuel, Sabina Berman, Carmen Boullosa. «Me encanta ser parte de los días de Juan Villoro, de los Taibo y Fabrizio Mejía Madrid.

«Hoy muchos recuerdos zumban en mí como abejas y repito en voz baja. El que ustedes senadores me concedan la medalla, solo tengo una palabra, la mas hermosa, dos sílabas que se dejan caer: gracias»

Gracias a mis hijos, gracias a México, el país de mi abuela. Gracias la vida que me ha permitido escribir lo que pienso. Supongo que muchos esperaban un discurso político y lamento decepcionarlos, pero estoy tan llena de agradecimiento que solamente puedo decir gracias, gracias, gracias y otra vez gracias»

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