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El reto actual de los museos

por | Feb 25, 2021

Con frecuencia pensamos en los museos como recintos contenedores de arte, sin embargo el rol que juegan como canal de comunicación entre la obra y la comunidad va más allá de un edificio, cada visita es una experiencia total -que en el mejor de los casos- continuará por más tiempo instalada en la memoria del asistente. Desde la adquisición del boleto, el traspaso de la calle bulliciosa a un lugar quieto y de temperatura controlada, el recorrido en sala (que puede ser tan elocuente como el Promenade del gran Mussorgsky), incluso la adquisición del souvenir que en museos europeos es una potente entrada de recursos y por supuesto el contacto cercano con las obras (que en el mejor de los casos se tienen referencias mentales a partir de imágenes impresas o “jotapeges de baja resolución”) es lo que en gran medida, hace que una caja de zapatos en nuestra habitación sea absolutamente nada, pero puesta en el suelo de duela del Museo Tamayo un raudal de significados, significantes y debates.

Estamos entonces frente a una cuestión biocultural, en donde el concepto tan abstracto de arte se transforma en una práctica artística un poco más compleja, que requiere de su consideración para solucionar la crisis en la que han quedado los recintos culturales tras la emergencia sanitaria de COVID19. En la reciente Encuesta de Consumo de Hábitos Culturales durante la pandemia, publicada por la UNAM, el dato más alarmante fue el desplome de la afluencia de gente en museos por el cierre total o parcial de éstos y por el temor del riesgo de contagio de asistir.

Desafortunadamente las propuestas virtuales del sector público y privado, no lograron emigrar a sus públicos, ni siquiera en interesarlos con actividades en redes sociales. Quizá un error que se ha cometido en la “digitalización de las artes plásticas y visuales” es pensar en un soporte de escalas mayores, como una computadora o un televisor y por lo tanto generar contenidos inadecuados para las pequeñas pantallas de teléfonos inteligentes, que son, por una amplia mayoría el dispositivo más utilizado.

También habría que considerar desde raíz, el intento fallido de trasladar el contenido plástico a recorridos en video, fotografías 360°, recreaciones virtuales por salas, o carruseles de fotografías que  compiten sin ninguna posibilidad ante la experiencia antes descrita.

Algo parecido sucede con los ebooks, en donde se coloca entre el texto un efecto a manera de descanso, que simula pasar la página de papel, ¡es inútil! desde un punto de vista semiótico, simplemente porque es otro sistema de lectura y de relación con el medio. Ese espacio, tanto del libro como el museo necesitan el diseño de nuevas herramientas para crear otro tipo de visualidades, atendiendo por supuesto a necesidades específicas, no es lo mismo un museo de arte contemporáneo, que uno histórico o uno que solo exhibe fotografías, parte de la clave está en analizar sus fortalezas y debilidades de cada uno.

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Por ejemplo, una característica muy común en los museos de acervo antiguo es la limitación en las distancias entre la obra y el observador, en donde la saturación en la sala y el resultado de la museografía pueden evitar apreciar detalles de una pintura. Esa debilidad podría ser utilizada para desarrollar un acervo de mucho valor. Uno de los museos más bellos e importantes del mundo, el Museo del Prado, tiene como parte de su difusión, videos cortos documentales de restauración, museografía y curaduría que permiten entrar “tras bambalinas de una obra y una exhibición”, videos que suelen compartirse y virilizarse, porque es un contenido desconocido e interesante, incluso hace unos años exhibió en su sitio oficial, fotografías digitales de algunas de sus pinturas en alta definición, y descubrir la impresionante cantidad de miniaturas en obras como El jardín de las delicias de El Bosco, con detalles que poco se podía percibir en una de las que fueron la exposición más visitada en toda la historia del museo; entonces sí, no se compite con el museo tradicional. Se ofrecen miradas alternativas. Las ideas fluyen y cada espacio requiere de un estudio de su presente y su futuro, pero sobre todo de mucha voluntad para adaptarse a las nuevas condiciones.

La urgencia en generar propuestas, no solo ayudaría a la situación lapidaria tras un peligroso virus, prepararía el terreno para públicos reducidos y renuentes a regresar a los espacios una vez reincorporados, además complementaría la experiencia en lugar de intentar suplantarla.

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