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El gran Rulfo

por | May 16, 2021

Un día como hoy 16 de mayo, pero de 1917 nace en el pequeño pueblo de Apulco del Estado de Jalisco, uno de los escritores mexicanos más célebres e influyentes del siglo XX, Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. Laureado en 1970 con el Premio Nacional de Letras y en 1980 con un Homenaje Nacional, es todavía el escritor mexicano más leído y traducido en todo el mundo.

Con 3 obras publicadas, una serie de cartas y un acervo fotográfico que representa una obra breve pero al mismo tiempo, una fuente inagotable a la que se regresa una y otra vez para lograr penetrar sus capas. Con un estilo literario nutrido por otros dos de sus gustos, el de la fotografía y la música, creó una narrativa entrecortada por los silencios, pareciendo en momentos fotogramas que el lector completa con adjetivos y  sensaciones, ademas de una sonoridad con sus juegos de palabras cuidadosamente elegidas y el empleo de figuras como retruécanos, antítesis y cacofonías culminan con una lectura orgánica y entrañable.

Su obra sin precedentes fue blanco de críticas negativas en el gremio literario, basadas más en la tradición del siglo anterior que en lo propositivo. El llano en llamas y Pedro Páramo hoy se revaloran y con el paso del tiempo se consagran como uno de los pilares más potentes de la literatura mexicana.

La experiencia de un niño que quedó huérfano de padre a los 6 años y 2 años más tarde de su madre. Un ambiente difícil a causa de la rebelión Cristera de la que fue testigo desde un escenario provincial. El interés en las letras que nace bajo la custodia de su abuela entonces la encargada de la biblioteca de la iglesia del pueblo, son la materia con la que construye su propio estilo literario.

En una ocasión le preguntaron a Mario Benedetti porque no incluía en su obra a los obreros, a lo que él contestó que le parecía irrespetuoso escribir desde una realidad que no conocía tanto, como si lo fue su experiencia política que se convirtió en la estructura de su obra. Esa misma honestidad con la que escribe Benedetti es la que construye el “martingala del universo rulfiano”.

Aunque varios de sus cuentos se han adaptado al cine en largos y cortometrajes como Talpa (1956, Alfredo B. Crevenna), Paloma herida (1963, Emilio Fernández) el guion co-escrito con Juan Rulfo, El gallo de oro (1964, Roberto Gavaldón) adaptada y co-escrita por Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Roberto Gavaldón y su Pedro Páramo (1967, Carlos Velo) con John Gavin como personaje principal y la homónima Pedro Páramo (1978, José Bolaños) con Manuel Ojeda como Pedro, además de las producciones de su hijo Juan Carlos Rulfo como El abuelo Cheno y otras historias de 1995 y Del olvido al no me acuerdo de 1999, son solo una parte de las incursiones de sus letras a la pantalla grande, que pese a la dificultad de adaptación y la exigencia de sus lectores más asiduos han logrado captar algunos momentos memorables. Su influencia en el cine costumbrista posterior se basa en su raíz universal que conecta con los dilemas propios del ser humano.  

A la muerte de Rulfo en 1986, los derechos de su obra pasan a manos de sus familiares, quienes diez años después crean la Fundación Juan Rulfo, un organismo que desafortunadamente ha dado más de que hablar en torno a sus medidas prohibitivas que en la proyección de una figura tan importante como él. El caso del cambio de nombre en el Premio Juan Rulfo de Literatura, por el ahora Premio FIL de Literatura de Lenguas Romances a quien se le negó el uso del nombre del autor. La ambiciosa intención de registrar el nombre del jalisciense como una marca y la feroz contienda contra nuevos talentos que asoman la intención de mantener fresca la obra de Rulfo como el caso de Cristina Rivera Garza, son solo algunas de las sombras que proyectan la figura de los grandes autores (Maurice Ravel sonríe desde su nube).

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