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El fado se enriquece con nuevas voces e instrumentos

por | Ene 5, 2022

Reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, el ritmo originario de Lisboa se adapta a los nuevos tiempos

A finales de la década de los ochenta en México se vivió un boom de fado, y todo gracias a que el grupo Madredeus llegó con todo a través de sus discos desde Portugal. La comunidad universitaria se volcó en la escucha de su música y en la investigación de nuevos intérpretes. Sin embargo, los miembros de esta agrupación, pero sobre todo la cantante Teresa Salgueiro, se robaron el corazón de los mexicanos.

Un género que une a la música con la poesía y que se escucha en casi todas las comunidades de Lisboa, es también una síntesis multicultural de bailes tradicionales y la canción de las zonas rurales y sus tradiciones. Reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde hace una década, el fado, la más viva expresión del alma portuguesa, se reinventa e incorpora instrumentos y letras que atraen a los más jóvenes sin perder su esencia.

Así como tuvo miles de adeptos en los ochenta y noventa, el fado se reconstruye y con cada nuevo intérprete renace y consigue nuevos públicos. La palabra fado viene del latín «fatum» que significa «destino», y retrata la frustración y el fatalismo que surge en los arrabales y ambientes tabernarios con un estilo musical que se caracterizador ser melancólico y nostálgico.


Ejemplo de innovación es Lina, que trabaja con el catalán Raúl Refree sobre canciones de Amália Rodrigues, la «reina del fado», y sustituye la guitarra portuguesa y la viola por instrumentos analógicos como el piano, teclados y sintetizadores bajos. «Los instrumentos acaban por ser tanto o más fuertes y sentidos que en el fado tradicional», explica la artista sobre el proyecto conjunto, nacido en 2019 y con más de 30 fechas internacionales para este 2022.
La fadista sostiene que con este «viaje de emociones muy fuerte», donde se escucha y también se percibe, el fado acaba por entrar en festivales y en un público «que igual nunca escuchó hablar del fado y eso es bueno».


La internacional Cuca Roseta escribe y compone sus propios fados desde muy joven, un paso al frente que han seguido varios fadistas. «Fue difícil para mí porque fui de las primeras. No era habitual que el fadista hiciera eso», recuerda la artista, que en 2020 lanzó su último disco compuesto íntegramente por temas propios. «La diferencia es solo porque los fados tradicionales son conocidos y los míos aún no, porque la verdad es que la forma de componer es la misma con la diferencia de que uso batería, piano o acordeón».


Cuca mantiene otros elementos, como el empleo de un tono menor, para reflejar una melancolía «que no se perdió».
En su opinión, la raíz del fado se respeta, pero se actualiza y se lleva al lenguaje de las nuevas generaciones: «El fado no muere. Ahora a los jóvenes les gusta el fado porque añadimos nuevos instrumentos, porque ya no usamos el negro sino colores, somos quienes somos, y porque las letras que nosotros escribimos y cantamos son letras con las que los jóvenes se identifican. Creo que, a pesar de que se moderniza, la raíz es la misma», reflexiona.

Amália Rodrígues


Desde su nacimiento, hace dos siglos en Lisboa, el fado se ha transformado para acompañar los cambios sociales.
De la Lisboa popular se expandió a una más bohemia, para llegar después a los teatros y salones de la aristocracia y convertirse en canción nacional con el cine sonoro y la radio a partir de los años veinte del siglo XX.
Pero la figura que marca un antes y un después es Amália Rodrígues, la voz más conocida de Portugal, que universalizará el fado con una carrera internacional como nunca antes había ocurrido con los fadistas.
«Amália inventa un nuevo tipo de fado para llenar un concierto en el escenario de hora y media, no en la casa de fado», introduciendo coplas y estribillo, cantando poemas e introduciendo instrumentos como el bajo, explica el experto.
A la revolución de «la reina del fado» habrá que sumar la de los claveles el 25 de abril del 1974, que provoca «una especie de renacimiento», con importantes figuras como la de Carlos do Carmo.

Es así que habrá que hacer un repaso por la historia musical del fado y re-conocer los nuevos sonidos que seguramente llegarán en cuanto puedan hacerse festivales y la pandemia lo permita.


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