La sustancia… Grotesca, radical y fascinante. A lo largo de los años, y con reglas establecidas por los hombres, se han dictaminado ciertos cánones de edad y fisiología para ser aceptados y encajar en la sociedad, lo cual se traduce en una violencia inherente, sino entras en este juego tus metas se obstaculizan y el rechazo es tácito, envejecer está prohibido, esta es la línea explorada en medio del horror y de un baño de sangre desquiciado en ‘La sustancia’.
Elisabeth Sparkle, una celebridad con un programa de ejercicios hipersexualidado, goza de la fama y el reconocimiento, sin embargo, debido a su edad, es despedida por Harvey, un misógino y desagradable director del estudio.
Sintiéndose acorralada, vulnerable y sin esperanza se siente atraída por la oportunidad que le ofrece un misterioso medicamento nuevo: La Sustancia. Lo único que necesita es una inyección para así conmemorar la promesa del producto que cita ‘Conviértete en una mejor versión de ti mismo’, ¿Qué podría salir mal?
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Con metáforas y alegorías claras a los procesos estéticos, ya sea quirúrgicos, tratamientos o cremas, Coralie Fargeat, la directora, zurce una fábula de horror en donde expone la la violencia que uno mismo ejerce contra uno, por dejarse someter a los estatutos dictados por la sociedad, a causa de una baja autoestima orquestada por la presión social, sin importar género, aunque aquí se exalta el caso de las mujeres que es aún más cruento y violento; y en donde una vez aceptado este juego macabro social no hay vuelta atrás a la página. Al igual que en su cinta pasada, ‘Venganza del más allá’ (2017), la cineasta se apoya en los baños de sangre y ahora explora más el ‘body horror’, subgénero del terror donde los sustos se apoyan en las alteraciones grotescas del cuerpo, así es como saltan a la vista homenajes a cintas como el remake ‘La mosca’ (1986) o ‘La cosa del otro mundo’ (1982), entre otras cintas, pero adquiriendo un estilo único, en el que hay que tener estómago para atestiguar las imágenes.
Otros tributos que se podrán apreciar en la cinta aluden a ‘El resplandor’ de Stanley Kubrick, ‘El hombre elefante’ (1980) de David Lynch, por citar algunas, todo en medio de un gran diseño de producción, donde los prostéticos y el maquillaje relucen como no pasaba en mucho tiempo.
La gran protagonista de esta cinta, que a ratos se devanea en lo terrorífico y lo caricaturesco, es Demi Moore, teniendo un revival en su carrera de impacto, y que podría estar nominada en varios premios el año que viene, asimismo, podría decirse que Elisabeth Sparkle es una especie de metaficción en la vida de la actriz, pues durante su juventud recibió millones de dólares y la atención de todos por participar en ‘Striptease’ (1996) para después ser relegada en filmes de poca monta; en esta ocasión la actriz se mete a la epidermis de su personaje, llevándolo hasta las últimas consecuencias, donde la falta de amor propio, son la matriz de todo lo que se suscita a su alrededor, Demi ofrece angustia, visceralidad, frustración, opresión y varios matices más en esta historia con guiños a las novelas de ‘El retrato de Dorian Gray’ (1890) y ‘El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde’ (1886). Precisamente, Margaret Qualley, es el perfecto apoyo de Moore para hacer un binomio de alto impacto con metas claras y decisivas, pero que chocan entre ellas, una vez que vean la cinta lo entenderán.
La misoginia contemporánea y el machismo son representados por Dennis Quaid, que se ondea por lo desagradable y representa la raíz de las exigencias que deshumanizan a las mujeres, llevándolas a extremos inimaginables.
Reconocida con el premio a mejor guion en Cannes y en medio del humor visual, traducido en imágenes que podrían ser grotescas, impactantes y absurdas, Coralie Farget ofrece una mirada incisiva y crítica al culto de la belleza, la juventud y la fama, convertidos en presión y traducidos en validación social. En definitiva, se trata de una cinta con mucha sustancia.