Anna Kendrick, aquella que se ganara el corazón del público, gracias a su dulzura, inocencia y voz en ‘Notas perfectas’ (2012), y que fuera nominada al Óscar, como actriz de reparto, por la cinta Amor sin escala (2009); ahora decide, además de protagonizar, subirse a la silla de director para abordar un personaje oscuro que tuvo sus quince minutos de fama, antes de ser capturado por las autoridades, este es el eje de ‘El asesino del juego de citas’.
Basada en hechos verídicos, la cinta tiene como ancla principal a una aspirante a actriz.
Cheryl Bradshaw, quien en 1978 es convencida por su manager para asistir a un programa de televisión, The Dating game, el cual le daría una gran exposición. La mecánica era escoger, sin ver a nadie, a uno de los tres candidatos que estaban detrás de una pared, el ganador finalmente fue Rodney Alcalá, un fotógrafo con un historial turbio al que se le achaca el deceso de varias mujeres, incluso se maneja la cifra de cientos.
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Contada con el recurso de flashbacks, la película permite ver el modus operandi de este sujeto, nacido en 1943, caracterizado por ser carismático, persuasivo y seductor, para así otorgar un contexto y sembrar el suspenso, al saber los alcances de violencia que llegó a tener sujeto.
Asimismo, estas viñetas permiten establecer la impunidad y la torpeza de las autoridades que dejaron salir a Alcalá en más de una ocasión, aunque en el filme no se delinea la cantidad de veces que ocurrió sólo la incompetencia.
En medio de una reconstrucción de época solvente, Kendrick también ocupa la temática del filme para establecer el machismo intrínseco de la época, el cual se acentúa con el conductor de televisión del programa, en el que la mujer sólo era un accesorio y se le impedía dar comentarios llenos de brillantez e inteligencia, esto se traduce en violencia y sigue imperando en la sociedad.
Por otro lado, la directora debutante, sin ser amarillista o sensacionalista, evita ser explícita y acude a la mesura en las imágenes, al momento de plasmar la crueldad del personaje, sin embargo, los giros y tomas de la cámara, además de evitar obviedades y recursos gastados son los que ayudan a sembrar el suspenso hasta conseguir que el espectador llegue a sentir que está en una cita de terror con el psicópata expuesto en la cinta.
Evitando la apología y creando empatía por las víctimas, en las que el espectador llega a sentirse vulnerable, Kendrick consigue labrar el suspenso con intensidad, además de traer otros temas a la mesa.