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Aparatos electrónicos, los nuevos contaminantes

por | Sep 25, 2021

Hace justo un año, durante septiembre de 2020, se registró un agujero en la capa de ozono, sobre la Antártida de casi 25 kilómetros cuadrados, mismo que durante enero de 2021 se cerró, luego de que gracias a la pandemia se disminuyera de manera considerable las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que provenía principalmente del uso de automóviles, aviones o transporte público.

Aun cuando parezca parte de una película de ciencia ficción, Gabriela Jiménez Casas, especialista del Instituto de Ecología, señaló que el problema ahora radica en las emisiones derivadas de la pandemia generadas principalmente en los hogares por el uso de computadoras y un aumento en el uso de plásticos desechables.

Esto resulta así, ya que al estar conectados dichos aparatos electrónicos durante un largo tiempo, debido por ejemplo, a la visualización de maratones de series y largas sesiones de Zoom que también generan CO2.


“La producción individual de nosotros de dióxido de carbono se ha incrementado. Está muy bien documentado que los medios electrónicos, un mensaje de WhatsApp o un correo electrónico general CO2 y entre más pesado sea, entre a más destinatarios sea dirigido, más se produce contaminantes”.


La investigadora explicó que, “No es que el correo sea tangible, pero está guardado en algún lugar, en un servidor enorme que ocupa un cuarto de muchos metros cuadrados que se debe enfriar y, para hacerlo, tiene que emplear cosas como aire acondicionado, enfriamiento por agua subterránea y eso genera más CO2«.

De acuerdo con algunos estudios realizados por Zoom y Cisco, han revelado que un correo electrónico promedio genera unos 50 gramos de CO2.

Se calcula que, en el mundo, al día se generan entre 25 mil y 35 mil toneladas de dicho compuesto como resultado de los correos electrónicos, mientras que una videoconferencia, en promedio, puede generar el equivalente a 12 por ciento del CO2 que produce un pasajero en un vuelo por avión México – Nueva York, es decir, un promedio de 59 kilogramos.

Por su parte, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica en conjunto con la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, informaron que, durante el mes de septiembre de 2020, el agujero de ozono que se encontraba en la Antártida se convirtió en el mayor de los últimos 40 años luego de alcanzar los 24.8 millones de kilómetros cuadrados, lo que representa un tamaño tres veces mayor a Estados Unidos.

La especialista recordó que esta es una de las regiones más externas de la atmósfera terrestre, conocida como estratósfera, la cual cuenta con un grosor de entre 10 y 20 kilómetros del suelo. Además, es un filtro natural que protege contra los rayos ultravioleta del Sol, pues los absorbe entre un 97 y 99 por ciento.

Cabe señalar que la capa de ozono se encuentra fuertemente relacionada con problemas dermatológicos, el riesgo de cáncer de piel, quemaduras y algunas otras enfermedades también en plantas y animales.

Finalmente, Jiménez Casas indicó que se suele hablar de un solo hoyo, sin embargo, se trata de dos los cuales se forman anualmente, que no se presentan al mismo tiempo, ya que son estacionales. Uno se encuentra en el hemisferio norte y se calcula que se cerrara totalmente para 2030, mientras que el otro se encuentra en el hemisferio sur, y se espera que dejaría de formarse hasta 2050.

La divulgadora enfatizó que, este agujero no afecta directamente al deshielo de los polos, pero si afecta el calentamiento global, y éste a su vez, se genera con la contaminación de CO2 por parte de la sociedad, por lo que ambos fenómenos se encuentran íntimamente ligados.

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DDF

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