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Tamiji Kitagawa: El artista japonés que transformó el arte en México y conquistó a Picasso

por | Ago 19, 2024

En 1914, un joven japonés llamado Tamiji Kitagawa tomó una decisión trascendental que no solo marcaría su vida, sino también la historia del arte en Japón y México. A sus 20 años, Kitagawa abandonó sus estudios de comercio en la Universidad de Waseda, en Tokio, para emprender un viaje que lo llevaría desde Estados Unidos hasta la cuna del Renacimiento Mexicano.

Kitagawa emigró a Estados Unidos, donde residió en Oregón antes de mudarse a Nueva York. Allí, se formó en el prestigioso «Art Students League» y se interesó por la pedagogía y psicología aplicadas a la enseñanza artística para niños. Esta base pedagógica le permitió innovar en su enfoque artístico y educativo.

Durante su estancia en México, entre 1923 y 1926, Kitagawa se inscribió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, hoy conocida como Antigua Academia de San Carlos.

A pesar de su breve periodo como alumno regular, su preparación previa le permitió obtener rápidamente el diploma de pintor y grabador. En ese tiempo, el arte mexicano estaba en una fase vibrante, el «Renacimiento Mexicano», que celebraba la identidad nacional a través de la cultura indígena y las tradiciones populares.

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Alfredo Ramos Martínez, una figura clave en el arte moderno mexicano, promovió una enseñanza innovadora que rompía con los moldes tradicionales, integrando tendencias modernistas, impresionistas y postimpresionistas. Kitagawa se adentró en esta línea pedagógica y la aplicó en su propia práctica artística.

Laura González Matute, en su estudio «Tamiji Kitagawa. Un pincel trasciende fronteras, México y Japón en el imaginario artístico», destaca la influencia de Kitagawa en la Escuela al Aire Libre de Pintura en Churubusco, México. En 1926, sus obras fueron exhibidas en Europa, capturando la atención de artistas de renombre como Pablo Picasso y Tsuguharu Foujita.

A pesar de su éxito en México, Kitagawa continuó su carrera en Japón, donde introdujo el «estilo mexicano» en la década de los sesenta. Pintó murales en Seto y sus alrededores, incluyendo uno en la casa municipal de la ciudad, utilizando técnicas tradicionales de cerámica japonesa.

Su obra se caracteriza por su compromiso con la conciencia social y la identidad cultural, reflejando influencias de la Escuela Mexicana de Pintura y las corrientes sociales de su tiempo, como la Revolución Mexicana. Tamiji Kitagawa, con su innovadora mezcla de estilos y su influencia pedagógica, dejó una huella duradera tanto en el arte japonés como en el mexicano.

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