Con el objetivo de heredar a sus descendientes el conocimiento para trabajar la tierra y preservar las tradiciones, Gustavo Othón Velasco, productor de la flor de cempasúchil originario del barrio de La Santísima Trinidad Chililico, en la alcaldía Xochimilco, Ciudad de México (CDMX), organizó junto con sus amigos el club de chinamperos Cactumaniax.
Othón Velasco explicó que oferta sus productos y servicios sin intermediarios, pues después del terremoto de 2017, él y sus vecinos perdieron su patrimonio y empleos. Ante la situación, decidió dedicarse a la producción de esta flor, ya que desde niño tiene gusto por la siembra.
Los padres y abuelos del comerciante tenían chinampas, pero no eran campesinos. No obstante, surgió el interés de rescatar este método de agricultura familiar y adentrarse en el tema al jugar con sus amigos con la tierra.
Actualmente, en su chinampa de nombre Cactumaniax produce Clemol, la cual es un tipo de cempasúchil de tonalidades llamativas rojas y naranjas que posee propiedades curativas, entre las que destacan las analgésicas y desinflamatorias.
Para poder desarrollar fungicidas orgánicos con base en esta planta, Gustavo Othón acondicionó en su casa un “minilaboratorio”, además de utilizarlo en procesos orgánicos de siembra.
El segundo tipo de cempasúchil que produce es el tradicional, el cual es conocido como “bombón” y es utilizado en las ofrendas de los hogares de los mexicanos, así como en los panteones para adornar las tumbas de los difuntos.
«En nuestra cosmovisión cultural sus pétalos pueden iluminar el camino que recorrerán nuestros muertos rumbo al Mictlán (inframundo de la cultura mexicana)»
Gustavo Othón Velasco.
Con la entrada del mes de octubre, productores de diversas entidades, como el Estado de México, Michoacán, Puebla, Veracruz, Durango, Guerrero, Oaxaca, San Luis Potosí, Tlaxcala y la Ciudad de México, son los que más se preparan para cosechar el cempasúchil, la cual se siembra desde junio.
De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, durante el 2020 se sembraron dos mil hectáreas, es decir, 2.3 millones de plantas, 500 mil manojos, mil 500 gruesas y 18 mil toneladas de estas flores.
A pesar de que se espera un mejor panorama este año para la venta, la cantidad de cosecha se redujo, incluso por la crisis económica ocasionada por la emergencia sanitaria. En consecuencia, quienes cultivan la “flor de muerto” tuvieron que rentar o vender sus terrenos de siembra.
“Las escuelas ya no hacen sus festivales y en los cementerios la afluencia ha ido decreciendo. Entonces, no hay a quien venderles las flores”
Gerardo García, sembrador de cempasúchil.
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Finalmente, la Secretaría expuso que mil pesos se invierten por cada puño de semillas, las cuales tardan más de tres meses en florecer, aunado al cuidado y la inversión de riego. Es por ello que los productores invitan a toda la población a valorar el trabajo del campo, pues es así que logran mantener a sus familias y obtener los principales alimentos para sobrevivir.
