De acuerdo a lo establecido en el libro Ciudad Resiliente de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC), es indispensable crear un nuevo modelo de manejo del agua en la Ciudad de México (CDMX) con un enfoque de restauración del ciclo hidráulico natural de la cuenca que tiene como objetivo abatir las inundaciones que se presentan cada año y reducir la sobreexplotación de los mantos acuíferos.
Las autoridades proponen crear una zonificación de gestión del agua en donde existan sitios para retrasar, almacenar, retener, reutilizar y limpiar el agua, un proceso que se daba de manera natural en el Valle de México antes de que existiera la megaurbe.
En el documento se indica: “es fundamental entender que el futuro de la ciudad y sus habitantes depende, en gran medida, del cambio de paradigma entorno al manejo del agua”.
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El nuevo modelo en la gestión del agua establece almacenar el agua en la zona montañosa, con el fin de impedir que escurra y se infiltre al acuífero, retrasar el agua en las laderas para prevenir inundaciones al pie de las sierras y, retener y reutilizar en las zonas bajas.
En la Ciudad de México existen 400 zonas vulnerables a inundaciones o encharcamientos, asimismo, la sobreexplotación de la extracción de agua para consumo humano, en los mantos acuíferos provoca hundimientos y acelera el riesgo de inundaciones.
Existe el ejemplo del área del Centro Histórico donde cada año hay un hundimiento de hasta 80 milímetros, lo que genera riesgos para miles de habitantes, además de generar costos de emergencia millonarios.
Según lo establecido en el libro, entre 1980 y 2003 se registró un total de 49 mil 970 personas afectadas y un impacto económico de alrededor de 4 mil 135 millones de pesos por fenómenos hidrometeorológicos como lluvias, inundaciones, vientos, granizadas y desbordamientos de aguas negras.
En ese sentido, la dependencia alerta sobre el problema que significa tener un sistema de drenaje conformado por grandes infraestructuras, como el Gran Canal, el Emisor Poniente, el Emisor Central y el Túnel Emisor Oriente, que sí bien, se encargan de desalojar grandes cantidades de agua, evitan la recarga del acuífero de la capital.
“En síntesis, el problema reside en que existe un déficit significante y un aumento entre la extracción de agua y la recarga del acuífero en la Ciudad de México”, expone la SGIRPC.
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