Por más de dos siglos, ríos de tinta han corrido alrededor de la figura del hombre y del personaje que poco han logrado desvelar del genio, pero justo después que las palabras se agotan comienza la música que es la mejor forma de traerlo a la mente. Con sublimes melodías que se han anclado a nuestra memoria histórica, como sus sinfonías quinta o la novena cada que las tarareamos, una parte de su legado vive y trasciende. Así pues, en el último trimestre del caótico año 2020, aquellos a quienes les ha sacudido el espíritu más de una vez con sus obras monumentales conmemoramos el 250 aniversario del nacimiento del genio Beethoven.
El Festival Internacional Cervantino en su edición 48, que se transmite de manera virtual, se suma al merecido homenaje con algunas actividades, como la de la tarde del jueves, la presentación de un concierto a cargo del Cuarteto Latinoamericano, que interpretó los Tríos de cuerdas Op. 9 núm. 3 en do menor y núm. 1 en sol mayor, algunas de las últimas obras que compusiera Ludwig y que él mismo consideró piezas de madurez y logro creativo.
El Cuarteto Latinoamericano, que ha divulgado con leal interpretación la obra de maestros como Astor Piazzolla, Heitor Villalobos, Manuel M. Ponce o Ginastera, en esta ocasión trascendió el continente americano y las pantallas en un concierto que reaviva la figura del genio que elevó el lenguaje de la música.
Un concierto enérgico y ejecutado de manera impecable a manos de los maestros Arón Bitrán al violín, Javier Montiel en la viola y Álvaro Bitrán en el chelo, nos transportó a otras latitudes, arrancando la atención de centenares de visualizaciones en tiempo real y con un público que aplaudía silenciosamente con reacciones, emojis y palabras de aliento a los músicos revitalizó nuestras salas de casa, mientras las salas públicas de conciertos aguardan por un mejor panorama.
