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El Capitalino
Van Gogh Expo

Jorge Noguez, el arte desde el interior

por | Oct 8, 2020

Jorge Noguez es un artista de la Ciudad de México que ha encontrado en la gráfica, la escultura y la creación de pequeños personajes, el lugar donde habita su talento. Con múltiples exposiciones grupales, individuales dentro y fuera de la ciudad, reconocimientos y una trayectoria importante nos permite entrar en su taller para seducirnos con su universo creativo entre tornos, gubias y pequeños seres que viven en cajas de madera y se mueven a su voluntad.

El Capitalino: Jorge muchas gracias por permitirnos entrar en tu espacio, comienzo con una pregunta obligada para entender que está pasando en la producción contemporánea de la gráfica ¿Cómo encuentras las condiciones del grabado actualmente? ¿Es una práctica en crisis de popularidad?

Jorge Noguez: No, irónicamente creo que hay un auge en la producción de grabado que no había visto, en la ciudad y en algunos otros estados del país como Oaxaca se ha abierto gran número de opciones desde talleres, lugares de exposición, colectivos que han intensificado un interés por la producción de imagen tradicional. Cuando yo comencé tenía que buscar espacios donde pudiera imprimir en torno como en universidades y algún taller, ahora es muy sencillo encontrar un lugar y por lo tanto hay bastante producción. También he notado que cada vez se borran más los límites de las disciplinas y entonces diseñadores gráficos, artistas, gente de teatro, de animación fusionan y crean nuevas formas de expresar en algo que no pertenece solo a una clasificación interviniendo técnicas clásicas con herramientas tecnológicas incluso.

E.C: ¿Jorge crees que la docencia y la proliferación de estos cursos rápidos son el refugio de aquellos artistas que no pueden sostenerse de su propia producción?

J.N: Creo que sí, son opciones. A veces el depender solo de tu obra también te llega a limitar porque entonces comienzas a pensar en el mercado y tu interés se mueve hacia lo más rentable. En mi caso la docencia no es un lugar donde me sienta cómodo, pero suelo hacer otras colaboraciones con gente de teatro que me solicita marionetas, escenografía, material para animación stop motion, imprimir trabajo de otros artistas y eso me gusta porque me permite seguir explorando y sobre todo me da el placer de no tener que hacer obra por encargo que a mí no me satisfaga.

E.C: Solemos pensar en la evolución de un artista lineal y hacia adelante, cuando puede ser hacia cualquier dirección y darnos cuenta que no sólo la obra cambia, también lo hace la mirada al regresar a su punto de partida y percibir algo que no existía ahí antes, tras casi 20 años de carrera ¿Cómo construyes tu propia evolución?

J.N: Pues tengo muchos retrocesos de pronto no me gusta lo que hago volteo a mis bocetos del pasado y vuelvo a encontrar ahí el pretexto, la idea inconclusa que me permite continuarla. Para mí es muy complejo entender el arte desde la mirada, buscar y encontrar relaciones entre lo de ahora y lo de antes me retroalimenta y me lleva a otro lado. A veces creemos que una imagen es algo simple, pero volvemos a mirar y afloran más significados. 

E.C: Para que Jorge obtenga una pieza debe de sumergirse en la profundidad de Jorge ¿Hay algo que te asusta como para dejarlo ahí adentro?

J.N: Sí mucho. -sonríe- Una vez una amiga que vio mi trabajo dijo «no quisiera estar en tu cabeza» y pensé «yo a veces tampoco». Me gusta mucho indagar pero también me preocupa porque de pronto me confundo demasiado entre lo que temo y lo que deseo cuando esas dos partes se juntan llego a un lugar que no entiendo, pero indudablemente regreso con algo que se transforma en imágenes.

E.C: Recuerdo uno de tus dibujos del cuerpo de un insecto con rostro de niño, es una imagen que pudiera parecer grotesca pero al mismo tiempo es simpática…

J.N: Me interesó mucho el «cara de niño» por el nombre, en realidad cuando eres un niño piensas en lo más terrible, tu imaginación vuela y tu mente se va a otros lugares pero una vez que entiendes lo real te das cuenta que es un insecto que parece grillo y que está hasta bonito. -ríe- Hice una serie de grabado, qué se llamó Juguetes reales para niños imaginarios. Me gustan estas ideas muy simples que pueden llegar a algo más. Pensando en esa idea de crear cosas para cosas que no existen, algo paradójico muy del mundo del arte. Con frecuencia la gente me dice que encuentran tonos muy oscuros o dramáticos en mi obra y sí los hay, pero también el humor a través de la exageración que no es tan explícito.

E.C: ¿De qué fuentes se nutren tus mundos imaginarios?

J.N: Pese a que el mundo lo entiendo más por imágenes, el lenguaje me seduce. Tengo más escritores favoritos, que artistas favoritos y aunque me gusta mucho el cine, el grabado, la pintura, encuentro en la literatura el mecanismo que mueve mi trabajo, y aunque se pudiera relacionar mi estética con lo Kafkiano siento que sus pesadillas no son mis pesadillas, es la literatura latinoamericana en la que me encuentro, Borges, Bioy Casares, Quiroga, Rulfo son el detonante, fue quizá cuando leí El obsceno pájaro de la noche de José Donoso cuando me sentí por primera vez acompañado.

E.C: De la escultura a la gráfica ¿Cómo llegas a la creación de estos personajes maravillosos de apariencia tan especial?

.N: Curiosamente es un reflejo de lo que me pasó cuando estudié teatro hace algún tiempo, me interesaba mucho el proceso del teatro, la parte teórica, leerlo, el acercamiento de los grandes como Artaud, pero cuando eso terminaba y era momento de pararse en el escenario y actuar no había manera. No, paso, se acabó la magia. Y entonces de ahí nació la idea de crear marionetas con pánico escénico, seres que no se podían enfrentar al escenario porque les daba miedo.

E.C: En algunas culturas como la japonesa, si se rompe una pieza de cerámica jamás la desechan se repara y esas líneas, son consideradas cicatrices que cuentan la historia del objeto. Encuentro en tu obra una constante estética del deterioro, lo dañado del objeto ¿de dónde nace este interés?

.N: Sí. Me gusta mucho que las cosas se reparen, porque significa que son insustituibles, el sentido metafórico de que si algo deja de funcionar o se rompa lo reparas, lo reconstruyas, lo parchas. Hay una estética, algo visual que para mí es muy placentero. En mis marionetas de pronto me ha pasado que se rompen y podría hacer otra, pero no va a quedar como esa, entonces la reparo y son como la reconstrucción de la construcción, por eso las que vendo solo es por encargo, porque para mí nunca están terminadas, sigo detallando y siempre sé que puedo hacer más.

E.C: En una sociedad donde se sataniza el error, lo incorrecto, lo imperfecto desarrollar un estilo propio que no encaja con estos modelos, no solo es creativo es muy sanador.

J.N: Sí. Me gusta jugar con mis imposibilidades. Cuando siento que quiero hacer algo y no puedo, recurro a mis habilidades para solucionarlo, yo hago el arte como yo puedo con mis carencias y mis posibilidades y me interesa más esta parte que el desarrollo virtuoso de ejercitarse para ser mejor para triunfar. No sería jamás de esos artistas que duermen dibujando y que se despiertan también con el lápiz a darle a la técnica durísimo, porque ese no es mi interés, trabajar en los límites de mi capacidad es lo que hago.

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