El desfile fue virtual debido a la pandemia y, tal y como se anunció, la casa de moda tuvo lugar de nuevo fuera del calendario parisino.
El catálogo del diseñador belga Anthony Vaccarello, según dijo la firma en un comunicado, dejó lugar «a lo etéreo».
La casa no desveló a propósito el lugar de rodaje del filme, pero la grandiosidad de ese paisaje contribuyó a subrayar la ligereza de las piezas: trajes muy cortos en tweed de estilo sesentero, bodies metalizados en dorado, plata o rosa y de amplio escote o tops que dejaban al descubierto el vientre.
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La colección fue una apuesta por el color, con chaquetas verdes rematadas con puños rojizos o minifaldas azules, que contrastó con la sobriedad de otros conjuntos en blanco y negro, acompañados de llamativos collares, abultados pendientes o finos cinturones brillantes.
El conjunto, según la propia marca, difumina los límites entre «lo cursi y lo lujoso», le da la vuelta a las concepciones previas y da protagonismo a lo superfluo haciendo que sea algo «necesario para revivir el pasado».
Vaccarello detalló a medios especializados como la revista Vogue que ha mezclado «las formas de los sesenta con los colores de los ochenta».
El diseñador dice haber tomado como referencia a la cantante y compositora de electroclash canadiense Peaches, musa de los noventa que no era una «belleza clásica», y aboga por una moda que no se tome demasiado en serio a sí misma.
Vaccarello fue fiel al estilo sensual y arriesgado con el que desembarcó en Saint Laurent hace cinco años, y completó la elegancia de sus trajes de chaqueta con detalles más arriesgados, como grandes lazos o pronunciados escotes.
A. M.