En medio de un mundo en el que el culto al cuerpo, los hábitos alimenticios y el marketing nutricional están a la orden del día, la cineasta austriaca Jessica Hausner teje una sátira social distópica a la que se suma la vulnerabilidad de los adolescentes, esto es ‘Club zero’.
Exhibida el año pasado en Cannes, donde incluso compitió por la palma de oro, la película nos presenta a Miss Novak, una joven maestra con ideas ‘revolucionarias’ sobre nutrición, quien se une al equipo de una escuela de élite para dar clases de nutrición a jóvenes estudiantes.
En poco tiempo, la maestra establece un estrecho vínculo con cinco de sus alumnos, sin que el resto de profesores se dé cuenta de lo que sucede, ni tampoco los padres de familia. Es así como las clases de ‘Alimentación consciente’ comienzan a tener un giro peligroso y sinuoso.
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La cinta explora esa delgada línea entre lo que se podría considerar como un presunto activismo social hasta llegar a un punto donde todo se desvanece y se inclina a lo sectario, para ello se alude a elementos de thriller, tanto en la música, así como en las actitudes de Miss Novak, quien con sus enseñanzas se sube a un aparente tabique de superioridad, sin embargo nunca se ensambla bien el engranaje.
Asimismo, la cineasta explora temas como la necesidad de ser vistos, así como la falta de comunicación entre padres e hijos, aún habiendo amor de por medio, y pone sobre la mesa los peligros que se corren en la búsqueda de una vida saludable con métodos poco ortodoxos llevados al paroxismo, pero tampoco exalta y explota bien estas ideas y sabores.
Corrosiva con sus diálogos, cocinada a fuego lento, perturbadora con algunas de sus imágenes, la cinta es un platillo no tan fácil de digerir y por ende no apto para todos los paladares.
