La prensa crítica ha sido el principal objetivo del presidente para sus ataques, pues ha demostrado en más de una ocasión que no le gusta ser señalado y comparado con otros políticos, aunque sus formas sean igual a los de sus antecesores.
López Obrador, y la 4T en general, han dejado en claro su postura contra la prensa: ataque total. En 2018 nadie se hubiera imaginado que López Obrador usaría todo el poder político a su disposición para atacar a los medios de comunicación críticos, esos que lo vigilan detenidamente a cada paso que da y que en cada acción le remarcan, muy a su pesar, que el rumbo del país no es el correcto.
Hace un tiempo era sorpresivo que el mandatario atacara a la prensa. Ahora ya no y los ataques son permanentes, pero han sobrepasado por mucho al imaginario colectivo.
La sección «¿Quién es quién en las mentiras de la semana?» es una de las pruebas más tangibles del odio hacia los periodistas críticos, mientras que para los periodistas que únicamente le hacen preguntas a modo y enaltecen sus obras de gobierno mal planificadas y hechas a las prisas, solo tiene apapachos y palmadas en la espalda. Pero aceptémoslo, esos no son periodistas, son portavoces y para eso la Presidencia ya tiene quién cumpla el trabajo y se le paga con dinero de nuestros impuestos.
Han sido muchos los periodistas que han desfilado por la sección de la conferencia matutina de Palacio Nacional, pero ha habido algunos que han sido especial centro de atención del mandatario.
Carlos Loret de Mola: en el caso de Carlos Loret de Mola, los ataques han sido más constantes que otros, pues a raíz del reportaje que realizó el periodista para el portal Latin US en conjunto con Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), López Obrador no ha desistido en golpearlo una y otra vez, por lo que llegó al punto de revelar en una conferencia matutina una supuesta declaración de ingresos, lo que implicó el incumplimiento de leyes de protección de datos personales, mientras que el pasado 7 de abril exhibió la factura de una supuesta propiedad de Loret de Mola en Valle de Bravo, Estado de México, la cual está valuada en 24 millones de pesos.
El presidente ha tenido dos oportunidades en las cuales podría no haber señalado a la prensa por revelar la podredumbre a su alrededor y en ambas optó por ser un político autoritario.
Joaquín López Dóriga: las rencillas entre López-Dóriga y López Obrador no es nueva, pues desde antes de que López Obrador ocupara Palacio Nacional, el periodista ya recibía críticas.
Pero es un hecho que desde la llegada de la 4T, los ataques han sido más constantes y directos, en los cuales López Obrador se ha encargado de señalar que el periodista recibe dinero por atracarlo y que pertenece a intereses creados, incluso ha llegado a exigir que el periodista dé detalles de sus ingreso, lo cual no está obligado a hacer.
Empero, el presidente exige saber quién paga la nómina de López Dóriga.
Carmen Aristegui: los ataques en contra de Aristegui fueron los más sorpresivos y tomaron a todos desprevenidos, pues si hubo alguien que apoyó a López Obrador, esa fue Carmen.
Cuando López Obrador señaló a la periodista de “ser independiente del pueblo” y de pertenecer al bloque conservador por escribir en el periódico Reforma y por criticar abiertamente sus decisiones políticas, fue claro para todos que el presidente había olvidado a sus aliados… y también olvidó que Carmen Aristegui siempre responde.
Fiel a su estilo, Carmen Aristegui respondió a los señalamientos de Palacio Nacional y dejó en claro que la actitud de López Obrador es antidemocrática
Ciro Gómez-Leyva: el periodista de Grupo Imagen es otro de los favoritos de López Obrador para descargar su repudio a la prensa, pues en más de una ocasión ha sido objeto de los ataques del presidente. Incluso ha señalado a Ciro Gómez-Leyva de tener una estrecha relación con Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública y hoy preso por nexos con el narcotráfico, mientras que el político ha señalado al periodista por recibir dinero de forma indirecta por parte del gobierno.
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“¿Quién es quién en las mentiras de la semana?” ha sido señalado por los mismos periodistas de ser un “ejercicio” que afecta gravemente la seguridad de los profesionales, no solo ellos lo han dicho, sino también organizaciones internacionales, a lo que López Obrador ha respondido que su administración no ataca la libertad de expresión.
El problema aquí es que el presidente no ha aprendido que el hecho de que no empuñe un arma en contra de un periodista y jale del gatillo, no significa que no se le ataque; las palabras, los señalamientos y la exhibición de bienes de un particular, también implica un ataque y solo es una señal para otros, los poderes fácticos, de que cualquiera puede atacar a los periodistas, ya sea con palabras o con balas.
Entonces, ¿quién es quién en los ataques a la prensa?
A.M.
